Carlos Álvarez es escritor, periodista y guionista. Entrevista realizada por @loretosocorro
Leer una de tus novelas históricas es dejarse llevar de la mano y pasear sintiendo el pasado ¿Cómo haces para describir tan bien los ambientes?
La novela histórica en primer lugar tiene que ser novela y por tanto tiene que crear un universo para que el lector entre y se sienta cómodo. El lector tiene que entender ese mundo en donde se mueven los personajes de la trama y para conseguir esto hay que leer mucha historia, situarse en la época. Se hace necesario el documentarse. Una vez que el lector está ubicado y viviendo esos acontecimientos, que tienen una parte concreta que es real, entonces aparecen personajes históricos y también personajes inventados.
Hablamos de personajes como «La Señora Beatriz de Bobadilla»
Beatriz de Bobadilla era un personaje real y luego se introducen otros, que son ficticios, pero estoy seguro de que existieron ese tipo de personas. Hay personajes que son los secundarios y que no aparecen en los libros de historia y son, también, los que utiliza el novelista para construir ese universo del que te hablaba. Recuerdo aquellos versos de Bertolt Brecht en «Preguntas de un obrero ante un libro de historia» donde dice que Alejandro Magno conquistó medio mundo pero ¿lo hizo él solo?; César venció a los galos y es que ¿no llevaba consigo ningún cocinero?…
¿Cuál es tu personaje más atractivo?
Cada personaje tiene su atractivo. Me caen todos bien: villanos o héroes, por igual. En realidad todos tienen algo de héroe y algo de villano. Un buen protagonista es más poderoso si tiene un gran antagonista. Para que haya historia tiene que haber personajes. En las clases de guión siempre insisto en que no hay trama si no hay personajes a los que les ocurren cosas. Son intrínsecos a una novela, aunque sea solo uno y se trate del narrador.
Me divierten los personajes que no son planos, que son complejos.
¿Es por eso que te conquistó Beatriz de Bobadilla?
Es un personaje que se mueve en una época muy complicada; es mujer, con lo que las complicaciones son mayores. Además, pasa de estar en una de las cortes más refinadas de ese momento, la de Los Reyes Católicos, al último lugar del mundo. ¿Cómo se puede vivir eso? ¿Qué le ocurre a ese personaje que pasa de la alcoba del rey al destierro en La Gomera?. Es un personaje atractivo pero igual de atractivo me parece Nemesio en «La Pluma del Arcángel», que es un personaje mestizo, insidioso…
¿Por qué novela histórica?
No solo he hecho novela histórica aunque dentro de los géneros que trato es donde me encuentro más cómodo y escribo dentro de los límites que me impone el género.
Canarias tiene una historia desconocida por gran parte de los lectores, incluso en las propias islas. Trujillo -Juan Manuel Trujillo Torres, uno de los fundadores de la revista literaria «La Rosa de los Vientos»- decía: «Canarias se ignora e ignora que se ignora». Habría que empezar a cambiar eso y contar la historia de Canarias. Divulgar mejor para que se cree un imaginario.
¿Crear un imaginario sobre Canarias?
Tenemos un imaginario construido sobre épocas y lugares pero Canarias no tiene su imaginario tan claro como otros lugares. Si uno escribe: «…en la ancha planicie de Castilla se alzan las torres del castillo…», todo el mundo tiene ya en su imaginario ese castillo y lo ve, con sus almenas. Y no es lo mismo hablar de un castillo en Medina del Campo que de la Torre del Conde en La Gomera. La época puede ser la misma pero el escenario es totalmente distinto. Si yo escribo simplemente «la Torre del Conde» un lector de Gran Canaria o de Murcia no construye. La novela histórica de Canarias ayuda a construir ese imaginario que no tenemos.
¿Queda mucho por escribir sobre el mestizaje canario?
Canarias ha sido y es un lugar de encuentro. De encontronazo y de mezcla. Es también algo biológico y no solo cultural. Una mezcla de etnias desde inicios de la conquista y luego se ha ido repitiendo. Esta ciudad en el siglo XIX era más inglesa que española. El capital del puerto de Las Palmas y los bancos estaban en manos de los ingleses.
¿Hay un sinónimo para «conquista» que no sea tan romántico?
Conquista no es muy romántico. Depende desde donde se mire, desde el punto de vista del conquistador o del conquistado. Lo que hay que hacer es situarse en la mentalidad de cada época y no estoy justificando nada, pero hay que conocer los parámetros ideológicos generales de pensamiento de esa población, en como pensaban los individuos y bajo que sistema de moral y de ética funcionaban esas gentes. Y es entonces cuando podremos entender mejor lo que ocurrió.
¿Cómo se aplica esto a la conquista de Canarias?
Ver la conquista de Canarias solo desde el punto de vista de los buenos aborígenes, que están tranquilamente y llegan los malos para quedarse con su isla, no es del todo cierto. Los malos pueden ser malos o vienen con excusas religiosas o económicas. La población aborigen no era tampoco el paraíso igualitario: existían castas, había violencia, hubo quienes pactaron con los que vinieron a conquistar y también quienes resistieron. Fue algo complejo y dentro de ese mundo elegí una serie de personajes con los que moverme. En «La Pluma del Arcángel» había terminado la conquista y en «La Señora Beatriz de Bobadilla» estaban conquistadas las islas de señorío. En esa época el mundo aborigen ya estaba en contacto, no amistoso precisamente, con los conquistadores.
¿Cómo fue el salto de la novela al guión de cine?
Fue porque Antonio José Betancor, que tenía un encargo para hacer la película «Mararía», me contactó. Antonio conocía mi obra y me invitó a escribir el guión con él. Yo había hecho algún taller de guión con Jesús Díaz, que fue un gran guionista cubano. También con otro cubano, Sener Paz, el guionista de «Fresa y Chocolate»
Sonríes mientras rememoras, ¿fue una experiencia muy grata?
Una experiencia maravillosa. Antonio era un cineasta y un amigo magnífico. Tuve la suerte de poder trabajar en ese proyecto durante dos años y fue como hacer un máster de guión audiovisual.
Y después de «Mararía» llegó «Negrín»…
Me enteré de unas cintas hechas sobre Negrín y le propuse a Antonio que hiciéramos una película sobre este hombre. Él estaba enfermo y me dijo que la hiciera yo, que estaría detrás apoyando. Desgraciadamente murió y finalmente conseguimos sacar la película.
¿Es muy comprometido documentarse sobre un personaje real y tan polémico?
La figura de Negrín era muy compleja de tan difamado como estaba. Resultaba muy difícil enfrentar una visión equilibrada de quién era realmente Negrín. Y si a esto añadimos que durante aquella época, en la que empecé a trabajar sobre él, había muy poco escrito que tuviese un mínimo de imparcialidad…
Solo Manuel Tuñón de Lara y el historiador norteamericano Gabriel Jackson se habían ocupado de hacer buenos estudios sobre la figura de Negrín. El resto era propaganda absolutamente difamatoria contra él. De hecho cuando estaba terminando el documental apareció el trabajo más completo que se ha hecho hasta hoy, el de Enrique Moradiellos, que se titula «Negrín» y que es una biografía completísima y lleva el curioso subtítulo de «El hombre más difamado del siglo XX».
Parece una afirmación contundente
Negrín era un hombre con un reconocimiento internacional, un científico, un político en el sentido noble del término. Fue difamando por los franquistas, que de alguna manera era lógico, pues era su oponente más fuerte; pero también fue difamado por el PSOE. Ignacio Prieto, que se hizo cargo del partido después de la guerra lo desprestigió y llegó a ensombrecer la figura de Negrín haciendo acusaciones absolutamente ridículas.
¿Qué hay que hacer para que se conozca más sobre la historia de Canarias?
Cada vez hay más historiadores haciendo trabajos excelentes. Lo que hace falta es difusión. Se necesita mucha más lectura e interesarnos por la historia. Hay muchos libros muy interesantes y que tratan de la historia de Canarias con rigor y que son, además, muy entretenidos de leer. Es cuestión de interés.
¿Historias de película?
Tenemos una historia tan rica que supongo que los medios audiovisuales, dentro de poco, no vendrán solo a rodar historias de fuera sino que también se rodarán historias sobre Canarias.
